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Hierve las semillas de sandía y mira lo que sucede, quedarás con la boca abierta

Las sandías sin pepitas son el éxito del verano. Desde hace unos años, su presencia es cada vez mayor en supermercados y fruterías. Pero esto, que para muchas personas resulta tan práctico y es una ventaja, también supone una pérdida, porque las semillas de las sandías tienen propiedades nutricionales muy interesantes para la salud.

¿Es recomendable comerlas? ¿Qué nutrientes aportan? ¿Hay semillas que no debemos comer? Respondemos a estas dudas en las siguientes líneas.

¿Qué aportan las semillas de sandía?

Las semillas de sandía “son una fuente considerable de nutrientes en la dieta y pueden tener beneficios económicos y para la salud debido a su contenido de fibra, minerales, fenólicos y actividad antioxidante“. Así lo señala un estudio realizado en 2016 y publicado en el International Journal of Nutrition and Food Sciences.

Los resultados de la investigación, en la que se analizaron tres variedades de sandía, indican que las semillas contienen los siguientes elementos de interés nutricional:

Agua (hasta un 8,5 %)
Carbohidratos (entre un 9,5 % y un 15,3 %)
Proteínas (entre un 16,3 % y un 17,7 %)
Grasas (entre un 26,5 % y un 27,8 %)
Fibra (entre un 39 % y un 43,2 %)
Minerales (sobre todo, potasio), seguido de cantidades apreciables de calcio, fósforo, manganeso, sodio y cinc.
Además, las semillas de sandía aportan energía: 100 gramos de estas pepitas contienen, en promedio, unas 360 kcal.

¿Las semillas de sandía causan problemas intestinales?

Las semillas de sandía aportan nutrientes beneficiosos para la salud. Ahora bien, ¿es verdad que comerlas puede ocasionar problemas intestinales? Miguel A. Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, explica en este artículo que no. “Se dice que esto podría causar apendicitis debido a la acumulación en el apéndice de los restos no digeribles de dichas semillas, pero lo cierto es que es muy poco probable. Un estudio investigó el tema analizando el apéndice de casi 2.000 personas operadas y solo encontró restos vegetales sin digerir en una de ellas”, apunta.

“Las semillas de sandía pueden comerse sin problema”, añade la dietista-nutricionista Beatriz Robles, también experta en seguridad alimentaria. “Es importante aclarar que, en contra de la creencia popular, comer semillas no incrementa el riesgo de padecer afecciones intestinales como diverticulitis y que las guías de práctica clínica de la Asociación Americana de Gastroenterología no encuentran evidencia para prohibirlas de forma general en estos pacientes”, detalla.

¿Cómo comer las semillas de sandía?

Lo habitual es consumirlas tal cual, junto con la fruta, con cada bocado. Pero si esto nos resulta incómodo o raro, también las podemos asar. Tras secarlas en el horno (a 150-160 ºC durante unos 15 minutos), podremos consumirlas a modo de snack saludable (como si fueran pipas de girasol o de calabaza) o trocearlas para añadirlas en otras recetas, como hacemos con los frutos secos en las ensaladas.

¿Hay que tomar precauciones?

Los principales recaudos hay que tomarlos con los niños pequeños, que no deberían comer las semillas de sandía, sobre todo, para evitar atragantamientos. Por otro lado, las pepitas de sandía contienen amigdalina —un precursor del cianuro— que, en este caso, se libera cuando las masticamos crudas, no cuando se tragan enteras (a diferencia de otras semillas que sí dan problemas cuando se tragan, en la digestión).

¿Qué semillas no debo comer?

Las pepitas de sandía son buenas para la salud y su consumo no entraña ningún riesgo para el intestino. Sin embargo, hay otras semillas de alimentos cotidianos que no debemos comer por sus niveles de toxicidad. “Algunas plantas contienen compuestos tóxicos que se acumulan fundamentalmente en las semillas, mientras que en la parte comestible aparecen en cantidades residuales y no suponen un problema”, explica Robles. Y nos da algunos ejemplos.

“Las semillas de manzanas, cerezas, melocotones, ciruelas, peras o albaricoques contienen glucósidos cianogénicos, que se transforman en cianuro de hidrógeno cuando los masticamos o digerimos. También están presentes en la carne de la yuca, pero el procesado los destruye”, dice la experta. Por eso, la yuca no debe consumirse cruda, como tampoco estos otros alimentos.

Además, “las semillas del lichi contienen hipoglicina A y metilenciclopropilglicina (MCPG), dos aminoácidos que pueden producir hipoglucemia y encefalopatía”, aclara Robles. También indica una curiosidad: “Siendo estrictos, las legumbres son semillas y contienen algunos ‘antinutrientes‘ como las lectinas, que impiden la absorción de algunos nutrientes y a altas dosis son tóxicas, o los fitatos que impiden la absorción de algunos minerales”.

¿Debemos dejar de consumirlas o preocuparnos por esto? No. Las legumbres son alimentos muy beneficiosos para la salud, “las lectinas se eliminan con la cocción y los fitatos, con el remojo”.

oliver

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