El ritmo frenético de nuestro día a día, la extensa lista de tareas pendientes y la colección de preocupaciones que nos invaden nos afectan tanto a nivel físico como mental. Vivir deprisa tiene el gran inconveniente de impedirnos descansar y, desgraciadamente, esto tiene sus consecuencias: al final del día nos encontramos agotados, estresados y con la creciente necesidad de añadir alguna que otra hora más al día.
Acumulamos dolores, malestares y pensamientos negativos a nuestras espaldas, casi sin darnos cuenta, hasta que un buen día el cuerpo nos avisa para recordarnos que no podemos seguir viviendo tan acelerados.
Ya sea a través de una molestia en el cuello, un constante dolor de cabeza o simplemente un sentimiento de agobio o tristeza. La cuestión es que poco a poco nos vamos quedando sin energía, faltos de ganas y motivación.
El problema es que cuando nos encontramos mentalmente cansados nuestra percepción se nubla, se vuelve mucho más negativa y nos volvemos más sensibles a nivel emocional. Así lo afirma el neurocientífico Matthew Walker.
Lo bueno es que podemos revertir esta situación o al menos, poner nuestro granito de arena para mantener la calma, buscar opciones para energizarnos y evitar así que el estrés y el cansancio acaben agotándonos.
El ejercicio físico, la meditación o el yoga son prácticas muy recomendables. Y adicionalmente, algunos licuados caseros pueden ayudarnos a aliviar el estrés acumulado y favorecer un estado de calma, saciando nuestro apetito y ayudándonos a disfrutar de mezclas deliciosas. Eso sí, lo ideal es que se acompañen de buenos hábitos de sueño, alimentación y ejercicio.
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